Suenan los tambores y los orishas salen al escenario con sus bailes legendarios, con atributos humanos llenos de deseos, dudas y amor como los hombres. Te alimentan el alma y te poseen. Es que así son los bailes afrocubanos, tesoros de cubanía y cultura de esta isla que brilla en el mar Caribe.
En sus pasos y ritmos está la historia cubana, las tradiciones y nuestra identidad. Sus movimientos cuentan los procesos de contagio y transculturación entre los modos de danzar del colonizador y los estilos introducidos por las etnias africanas. Los bailes afrocubanos te abren sus brazos para atraparte con su compás de mitos y leyendas, magia y armonía.
Sus movimientos te poseen y provocan un éxtasis que te arrastra a sus pies. Entre mezclas de musicalidad y juegos de danzas convierten a Cuba en un país de fantasía. ¡Acompáñanos a conocerlos!
Historia del baile afrocubano
Para hablar de danzas afrocubanas, debemos remontarnos a la época colonial, y al momento en que los esclavos africanos llegaron a Cuba. Ellos trajeron consigo una cultura de resistencia, de fe, de música, de bailes y de tradiciones. Los bailes que acompañaban los ritos religiosos de estas culturas africanas han pasado a ser patrimonio de la cultura cubana y una de las fuentes más ricas para la identidad de la danza en la isla.
La danza afrocubana llegó con los esclavos traídos a Cuba desde África entre 1523 y 1853. Junto a los distintos grupos étnicos africanos vinieron sus expresiones culturales, tanto artísticas como religiosas. Las principales etnias que alimentaron la cultura cubana fueron la yoruba, carabalí, bantú, abakuá y arará.
Se cuenta que los españoles unían en los barracones a esclavos africanos de distintas procedencias para evitar agrupaciones y rebeliones. Cada barracón se convirtió en mosaico de culturas, en el que se mezcló creencias, danzas y música. Todo era celebrado de forma secreta hasta que comenzaron a identificar sus dioses con santos de la religión católica e inició el proceso de sincretización. Así surge la cultura afrocubana.
A partir de 1920 es que ocurre la revelación de lo afrocubano. Los escritores, investigadores y músicos vanguardistas la sacaron a la luz en una complejidad sonora y danzaria que incorpora para siempre lo africano, lo puro, lo ritual y lo sacro. Los portadores históricos de estas formas danzarias las incorporaron al ballet, la danza moderna, el teatro, el concierto musical y al espectáculo. Así, los bailes africanos fueron asimilados y hoy pertenecen al acervo cultural de la nación.
Como dijera Alejo Carpentier, gran escritor cubano: “si las coplas son de herencia española, los rasgueos son de inspiración africana. Los dos elementos, puestos en presencia, originan el acento criollo”.
Bailes afrocubanos

Inicialmente los bailes afrocubanos reflejaban la vida cotidiana del esclavo: se baila para agradecer, para pedir, para pasar de una etapa a otra de la vida, para los funerales. Hoy en día pertenecen a nuestro florklory, sin duda, las que más se ha arraigado a nuestra cultura son las danzas yorubas, con su sistema de bailes de tambores batá. Algunas de estas danzas todavía tienen vigencia en Cuba, y de ellas han nacido los bailes populares.
Todas estas danzas tienen características similares a base de hileras o círculos, aunque algunas con el tiempo han evolucionado y conformado novedosas coreografías. A todo este conjunto danzario el pueblo lo identifica como «toques de santo y bembé».
Aquí te presentamos un poco de los bailes afrocubanos, ajiaco cubano para deleitarte con su ritmo y sabor.
Bailes Yorubas
Dentro de la Regla de Ochá, algunas de las deidades más adoradas son Oyá, Obatalá, Yemayá, Elegguá, Ogún, Oshún y Shangó. Cada uno de ellos tiene un baile representativo y que aquí te lo presentamos:
Elegguá: el niño travieso
Es el orisha que abre y cierra los caminos y se manifiesta como un niño travieso. Su baile es alegre, con movimientos que semejan desbrozar y copar los caminos en los montes, ayudado por un «garabato» o bastón, que le sirve para simular que separa las hiervas del monte.
Shangó: el señor de los tambores
Shangó es el orisha del fuego, el rayo y la virilidad. Su danza es muy sensual y masculina, exalta movimientos eróticos de la pelvis, los genitales y la lengua, así como acciones con los brazos que simulan rayos que bajan del cielo. La alegría de vivir, la belleza masculina y la pasión son el encanto de este dios.
Ogún: el baile del guerrero
El dios del trueno, los metales y el monte es el guerrero Ogún. Baila con mímicas que pueden representar, o bien un combate, o bien labores de campo. Sus movimientos son fuertes y recuerdan el uso del machete como instrumento de guerra o como objeto de labor.
Yemayá: la dueña de los mares
Madre de los orishas, diosa de la maternidad y de las fuerzas de los mares. Su imagen refleja una danza tranquila y reposada. Tiene giros concéntricos agitados, en dependencia de la fuerza que traiga el mar, acentuados por el movimiento de su falda azul y blanca recordando olas marinas.
Oshún: derroche de sensualidad
La orisha de la sensualidad, el amor y las aguas dulces. Su danza es alegre y desenfadada, agita su cabeza erguida hacia ambos hombros, muestra sus pulsos dorados, se abanica e imita bañarse en el río. Viste de un reluciente tono amarillo. Se dice que los hombres pueden embriagarse viendo a la diosa del amor bailar y moverse.
Obatalá: el abuelo orisha
La armonía y la paz en el panteón yoruba la rige Obatalá. Es formador de vida y rige la pureza celestial. Viste de blanco y se encorva por el peso de los años a cada paso que da. Se presenta como hombre o mujer. En tanto hombre, puede ser un joven o un anciano con el sentido guerrero que lleva a su danza; en tanto mujer, exalta la paz, la justicia y la humildad.
Oyá: la danza de la tormenta
Oyá es la diosa de la tormenta, de la tempestad y la centella. Es quien controla a los eggunes (espíritus) en su camino a la otra vida. Su paso básico es el desplazamiento del pie izquierdo por el piso, recayendo el peso del cuerpo sobre el derecho con flexión de rodillas.
En su mano derecha esgrime el iruke, mientras su mano izquierda la apoya en la cintura o sostiene la falda de múltiples colores. Su baile es impetuoso y bien intenso.
Bailes bantú
Otro de los bailes afrocubanos se encuentran en los grupos étnicos conocidos genéricamente como congos. Junto con la yoruba y la carabalí, es uno de los componentes culturales de origen africano con mayor peso en Cuba. Algunas de sus danzas recreacionales laicas tienen inicios religiosos y se han incorporado al ritual afrocubano, como el palo, la makuta, o la yuka.
Estas danzas se caracterizan por la pantomima, el movimiento fuerte, la gestualidad brusca. Son de difícil ejecución, sobre todo en cuanto a los brazos y el torso. Saltos, giros, vueltas y un gran trabajo de pies, junto a eróticos movimientos pélvicos y de cintura, cierran la tipología de las danzas de origen congo.
Danza del palo o garabato: fortaleza ancestral
La danza del palo despierta las fuerzas mágicas de la tierra; usa pateos como paso básico para avanzar y los brazos relajados a los lados del cuerpo. Lo caracteriza un movimiento brusco de los brazos y el pecho hacia delante en forma circular.
Además, se usa un palo de guayabo dando un golpe seco que acentúa el ritmo del baile. Es una danza para irradiar fuerza de la tierra y poderes benéficos.
La makuta: entre cascabeles mágicos
La makuta agrega improvisaciones según la gestualidad y la modalidad que adopten los bailadores. Se bailaba dentro del cuarto sagrado. El bailador se pone un delantal de piel de venado, y en la cintura, hombros y piernas lleva campanillas y cascabeles. Por otra parte, del pecho cuelgan prendas.
Yuka: el baile de parejas
El baile de la yuka lo baila una pareja suelta dando pasos cortos alternando con la punta y el talón, el hombre persigue a la mujer que intenta esquivarlo. Se dice que su danza guarda mucha relación con la rumba cubana.
Bailes semibantú
Entre los grupos carabalíes de cultura semibantú se encuentra la religión ñáñiga o abakuá, considerada hoy día como sociedades secretas básicamente compuestas por hombres.
Entre los bailes afrocubanos de esta cultura se encuentra la danza de los íremes o diablitos, entes sobrenaturales que tienen tantas variantes como funciones dentro del ritual. Emplean movimientos como caminar, correr o arrastrarse, y sus gestos responden también a sus funciones.
Bailes del arará y el gangá
Las danzas de los grupos arará y gangá aparecen en menor medida. Los ararás adoran a los foddunes y sus danzas son similares a las yorubas, con flexiones más profundas y mayor fuerza en los movimientos de torsos y hombros. Las danzas gangá también tributan a sus deidades y se destacan por su gestualidad.
Palabras finales
Los bailes afrocubanos relatan la historia de siglos de resistencia de las culturas africanas. Llenan de ashé al que la baila, bendición traída de los ancestros afrocubanos. Es una tradición cultural que conquista con sus mitos, magia y fuerza.
Nos despedimos con la muy bien descrita herencia cultual en los versos de nuestro Poeta Nacional, Nicolás Guillén:
En esta tierra, mulata
del africano y español
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado Chango)
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Ya comerás de mi ajiaco,
Y me darás la razón,
Ya me golpearás el cuero,
Ya bailarás a mi voz,
Ya pasearemos del brazo,
Ya estarás donde yo estoy