La Catedral de La Habana no es solo una iglesia, es símbolo de una ciudad marcada indeleblemente por el tiempo, es memorial de fe, es pasado que siempre retorna.
Viajar a La Habana es detener el reloj, sentir que sus manecillas comienzan a girar en dirección opuesta. Cada edificio cuenta un secreto, guarda una historia. Calles adoquinadas y estrechas, balcones corridos, coches de caballos que alientan el sonido del quitrín, construcciones eclécticas, catedrales barrocas.
Al dejar atrás las puertas de La Catedral sentirás el silencio absoluto de un lugar detenido en una plaza sonora y ardiente. Anímate, junto a nosotros, a traspasar el umbral del tiempo, descubre la catedral habanera y cómo llegar a ella.
Historia de La Catedral: una ciudad, una iglesia, dos campanarios…
Si caminas ahora por la Plaza de la Catedral te será difícil presentir en este sitio los manantiales fluyendo apaciblemente alrededor del año 1587, los alrededores empantanados por la humedad y la calle como corral para el ganando.
Dos campanas que en La Habana moderna apenas repican. La majestuosidad y esplendor que ves hoy en ella empezaron siendo un descolorido oratorio semejante a una casucha.
A pesar de las renuentes oposiciones del procurador de la ciudad, los jesuitas, dueños del terreno, lograron comenzar sus planes de una importante construcción que incluyese, además de una escuela, un convento y una iglesia. Tras solo haber levantado el colegio, Carlos II trunca las aspiraciones de la orden jesuita al expulsarlos de los territorios españoles del Nuevo Mundo.
No es hasta 1777 que el edificio comienza a transformarse en catedral, luego de que la Iglesia Parroquial Mayor mostrara claros signos de decadencia, y luego también de que en el país se establecieran dos diócesis: una en Santiago de Cuba y otra en La Habana.
El paso de los años y los deseos de los varios obispos de la capital posibilitaron que múltiples reformas fueran hechas a la edificación, con lo que lograron la belleza austera e imponente de una iglesia que abraza al mar.
Arquitectura de La Catedral de La Habana
Un rosetón, dos campanarios, serpentinas volutas: aires barrocos en la ciudad caribeña. Como una de las muestras de más realce en la arquitectura barroca religiosa de la colonia, se erige la catedral habanera.
Su fachada trasluce al decir de Weiss «las obras más radicales de la escuela barroca»: ondulaciones que juegan con las luces, columnas angulosas y atrevidas combinaciones de elementos arquitectónicos se entrelazan y forman un producto de espectacular acabado.
Cuando te adentres en la edificación podrás sentir la solemnidad de un templo rectangular compuesto por tres naves, los pisos de un lujoso mármol blanco y negro, los delicadísimos frescos de Perovany y Vermay adornando las paredes. Todo específicamente hecho para que sientas el encanto de un lugar sagrado, de una ciudad «maravillosa».
Bajo los muros de La Catedral subyacen relatos adormecidos por el tiempo, como aquel del fantástico pergamino encontrado dentro de la escultura de San Cristobal, en el que su creador, Martín de Andújar, pedía que rezaran por su alma. Este pergamino fue hallado luego de cercenar una parte de la pieza debido a que era demasiado grande. De esta forma, para cumplir con su deseo el cabildo celebró cien misas a su nombre.
Si te fijas bien en los campanarios de La Catedral, notarás la evidente asimetría que existe entre ellos, se dice que el segundo campanario no pudo tener el mismo ancho que el primero porque imposibilitaba el paso por la callejuela.
Hace tres siglos atrás, aun hubieses podido encontrar, resguardados entre las piedras de la iglesia, los restos de aquel genovés que, en busca de las Indias, se topó con una tierra exótica y virgen. Las cenizas de Cristóbal Colón estuvieron en la Catedral de La Habana hasta que en 1902 concluyera la dominación colonial en la isla.
Cómo llegar a la Catedral de La Habana
La Plaza de la Catedral está ubicada en la zona más antigua de la ciudad, puntualmente en la calle Empedrado entre San Ignacio y Chacón, rodeada de mansiones de la nobleza habanera colonial con gran valor histórico.
Símbolo de cubanía, rebosada de historia y arte, es una de las cuatro plazas más importantes de La Habana Vieja, y su localización a diferencia del resto ofrece el placer de descubrimiento y protección a todo el que la visista.
Si en tu paseo por La Habana Vieja, «la ciudad de las columnas y los palacios» como la definiera el escritor cubano Alejo Carpentier, quieres llegarte hasta la Catedral, aquí te decimos cómo.
Lo primero que debes saber es que hay varias modalidades para recrearte y conocer todos los rincones de la Plaza de la Catedral:
- Hacer una experiencia con un guía especializado.
- Ir en un autobús turístico que te deje cerca de la plaza.
- Tomar coches antiguos descapotables o coches coloniales, situados en la Plaza de Armas o el Capitolio, puntos de referencia para el comienzo de cualquier itinerario.
- Llegar, cómo no, por tus propios medios, bien sea en transporte público, bien porque te alojas en la misma Habana Vieja.
Uno de los recorridos más interesantes, gustados y atractivos es transitar de una plaza a otra. Puedes comenzar por la Plaza de Armas y culminano en la Plaza de la Catedral, «la zona del primer hechizo Habanero», según la llamó el ilustre escritor José Lezama Lima.
Considerada por muchos como el principal templo religioso de La Habana, sigue siendo la parte más bella y armoniosa de la capital. En ella respiras el aroma de la Cuba colonial, de la mezcla criolla, del alma habanera. Sin duda, es una visita a la que merece la pena dedicarle tiempo.
Cuando la conozcas te envolverá el mítico folclor de quienes adivinan el futuro en sus alrededores. Sí, esos icónicos rostros de santeras cubanas, con sus tabacos, sus flores rojas, sus copas de agua y, por supuesto, sus cartas para leerte la suerte.
Lugares turísticos cercanos a la Catedral
En los alrededores de La Catedral encontrarás edificaciones habitadas por personajes ilustres de la época, llenas de historias vibrantes de la vida en la colonia. Además, notarás sus calles adoquinadas, muros de piedra, persianería francesa, elementos que te devuelven al pasado.
Puedes complementar tu visita a la Plaza de la Catedral haciendo un recorrido por los siguientes lugares:
- La casa de Don Luis Chacón o Conde de Casa Bayona, construida en el siglo XVII. Alberga en la actualidad el Museo de Arte Colonial.
- La casa del marqués de Aguas Claras que data del año 1776. Fue la residencia de Don Ponce de León, primer marqués de este nombre. Hoy funciona como uno de los restaurantes más famosos y de excelencia en sus ofertas culinarias. En él se combina el ambiente mágico de La Habana con el aroma del mar.
- La Bodeguita del Medio, una pequeña taberna en la calle Empedrado. Está asociada a la fascinante historia del escritor Ernest Hemingway y su daiquirí preferido durante sus asiduas visitas a La Habana.
- Muy cercano se encuentra el malecón en la zona de la avenida del puerto. Aquí sentirás la brisa marina mientras caminas por la Alameda de Paula. También puedes tomar la lanchita de Regla para visitar este poblado donde encontrarás la iglesia que acoge a la virgen marinera.
- El Templete, ubicado en la Plaza de Armas. En este lugar se celebró la primera misa y se fundó el primer cabildo. Tiene un gran árbol de ceiba donde tradición y mito se unen en los deseos de quienes la visitan.
- El Castillo de la Real Fuerza, primera fortaleza construida para defenderse de los piratas. Aquí encontrarás la emblemática Giraldilla, una veleta que indica la dirección del viento y es símbolo de la ciudad. Tiene forma femenina y alrededor de ella existe una leyenda de amor entre Isabel de Bobadilla y su esposo, quien partió a la Florida y nunca volvió.
Palabras finales
La Habana, considerada una de las ciudades maravillas, está llena de lugares mágicos, lugares que te cautivan y deslumbran tu atención. Uno de ellos es, sin dudas, la Catedral de La Habana, sitio que enamora al que la visita, escenario de controversias y hechizos.
Al caminar sobre los adoquines sentirás los bailes cubanos, el sabor de la comida criolla, el fervor y la mezcla. Lugar que muere y renace, que vibra armónicamente, «música convertida en piedra», como dijera el memorable escritor Alejo Carpentier, inspiración para artistas de todas las manifestaciones, catedral abierta al mundo, te invita a que la abraces y la vivas.