Conocer Trinidad será un recorrido que te quedará para siempre, un viaje en múltiples dimensiones a través de una isla. ¿Qué hacer en Trinidad? ¡Pues de todo!, porque esta ciudad es uno de esos lugares que no se olvidan, que enamoran, y más que paseo, se transforma en experiencia vital.
Trinidad satisface todas las preferencias, si gustas de los paseos citadinos, puedes recorrer sus callejuelas que te trasladan al quitrín. Si, en cambio, buscas disfrutar sol y la arena, la playa Ancón aguarda plácida y espectacular por ti. Pero si prefieres paisajes más verdes e intrincados, no te desanimes, el Parque Natural El Cubano es tu solución.
A cuatro horas en carro de La Habana te espera una de las ciudades de Cuba más tradicionales y hermosas: Trinidad. ¡Vívela ahora, de la mano de Cubago!
Qué hacer y ver en Trinidad: 10 lugares para visitar
1. Plaza Mayor: regresa en el tiempo, conoce la Plaza

Nuestra primera parada en esta selección de qué hacer en Trinidad es justo en el centro de la ciudad. Se trata de la Plaza Mayor. En ella la iglesia parroquial y las vistosísimas palmas reales como ornamento invitan al recreo y al descanso. Al caminar por sus calles, notarás el inevitable viaje hacia remotos siglos de abanico y corsé, de contradanza y tambor.
Lo que mires ahora luce justamente igual a lo que fue una vez este sitio a mediados del siglo XIX: atemporal y magnífica, la Plaza conserva su esencia colonial en un tiempo que no pasa, que no muere, solo existe.
Plaza de la Iglesia fue una de las primeras formas de llamarle a este lugar, pues desde sus inicios el espacio se consideró para tal fin y debido a la construcción de la Parroquia Mayor se le asoció con este nombre. Durante los siglos siguientes, las familias más poderosas de la región comienzan a construir sus viviendas alrededor de la Plaza, sin que esto implicara una constitución ordenada y vistosa para el lugar.
No es hasta 1842 que se comienza a proyectar un espacio urbano con un sentido estético coherente y realzado, pues el diseño arquitectónico primigenio muestra que desde sus inicios el trazado fue irregular y muchas de las edificaciones, incluyendo a la iglesia, se construían de costado.
Rápidamente te saltará a la vista que cuatro rectángulos con exacta simetría, dispuestos a modo de jardín, decoran el parque. También encontrarás entre sus calles la escultura de la diosa Terpsícore, como guiño clásico en la ciudad caribeña y los hermosos bancos de hierro para sobreponerse al viaje. Te sorprenderá la presencia aún de los aljibes, que permitían en la segunda mitad del siglo XIX abastecer de agua la ciudad.
2. El Valle de los Ingenios: encuentro de naturaleza e historia

Desde la finca de Santa Teresa hasta Limones, casi en las faldas montañosas de la Sierra del Escambray, la burguesía criolla levantó su imperio azucarero en la que fuera la isla española de Cuba. Hoy El Valle de los Ingenios, declarado patrimonio cultural de la Humanidad por la Unesco, es el más fiel testigo de las reliquias, leyendas y ruinas del modo de vida y de producción de la historia azucarera de Cuba.
Denominado oficialmente como el Valle de San Luis y con una extensión aproximada de 250 km², llegaron a existir en él 56 ingenios. Posee más 70 sitios arqueológicos industriales con restos de la arquitectura vernácula adaptada a las funciones y requisitos de la producción azucarera.
El Valle de los Ingenios vio florecer la cultura y sociedad trinitaria hasta que, a mediados del siglo XIX, decae la industria azucarera. Así, el valle se sumerge en la decadencia de sus años de esplendor. Casas de calderas, torres y pozos, represas y aljibes, barracones y haciendas, constituyen expresiones constructivas del confluir de hombres de diversas etnias y culturas, unidos en un largo proceso que desembocó, primero en lo criollo y después, en lo cubano.
En el valle son renombradas las ruinas de las casas-haciendas e ingenios Manaca-Iznaga, Buena Vista, Delicias, Guáimaro, Magua, San Isidro de los Destiladeros, Santa Elena y la Ruta del Esclavo, que ofrece preciosas panorámicas de la llanura trinitaria. ¿Te preguntas qué hacer en Trinidad? Pues la visita al Valle de los Ingenios es una de las primeras respuestas.
Este viaje puede ser más fascinante si se hace a bordo de una máquina de vapor que data del año 1919, y que se ha concebido para un trayecto entre los campos de la zona, donde nace la tradición azucarera. Así, el valle se ha convertido en un provocativo encuentro entre naturaleza e historia para aquellos que decidan visitarlo.
3. Torre de Manaca- Iznaga: entre campanadas y leyendas románticas

Aún resuenan las campanadas del vigía insomne que despertaba en las mañanas al Valle de los Ingenios. La Torre de Manaca- Iznaga, única de su tipo en Cuba, sobrevive al paso de los siglos con sus 184 escalones y 45 metros de altura divididos en 7 pisos.
Entre los años 1815 y 1830 se concibe su levantamiento ordenada por Alejo Iznaga y Borrel. Es todo un símbolo de la arquitectura colonial. Y sorprende por su estructura hecha de piedra, ladrillo y metal. Está coronada por un campanario en lo alto de la torre.
Se dice que con nueve campanazos del Ave María marcaba el despertar y el fin de las jornadas de trabajo de los esclavos. En cambio, cuando tocaba grandes campanazos seguidos, anunciaba fuego en los extensos cañaverales o una rebelión de esclavos.
¿Sabías que esta atalaya, elevada en medio del paisaje retando al tiempo, encierra enigmas de amor y traición que aún hoy reviven? Una de las historias atribuye su construcción a la disputa amorosa entre los hermanos Pedro y Alejo Iznaga interesados en la misma joven, que decidieron edificar cada uno una obra cuya grandeza definiría al victorioso. Alejo mandó a construir esta torre y Pedro se decantó por un pozo, que todavía hoy es utilizado por los pobladores.
Otra de las leyendas la vincula con el comportamiento infiel de la esposa de Alejo y los celos de este. Se dice que Alejo ordenó la construcción de la torre para encerrar en ella a su compañera adúltera. Cuentan los vecinos que, en ocasiones, cuando las noches son iluminadas por la luna llena se asoma un bello rostro de mujer con los lamentos de su dulce voz implorando ayuda para salir del encierro.
En sus paredes los visitantes dejan la marca de su estancia y de sus pasiones, pero lo cierto es que seduce a todos con su historia, sus vistas y su estructura. En su momento fue la mayor torre de Cuba, y hasta hoy es uno de los símbolos del Valle de los Ingenios y de la ciudad de Trinidad.
4. Ruinas del Ingenio San Isidro: auténtico viaje al pasado

Primero molino y posteriormente ingenio, San Isidro es muestra viva de la caña de azúcar, del mayoral y del látigo, es historia pura y auténtico viaje al pasado. Es una de las construcciones que mejor preservadas llegaron hasta la actualidad del antiguo Valle de los Ingenios. Si lo visitas, podrás encontrar aún en perfecto estado la torre campanario, la casa de vivienda y demás edificios necesarios para el funcionamiento del ingenio.
Ahora San Isidro de los Destiladeros, pero su primera denominación en el siglo XVIII fue San Juan Nepomuceno. El primer propietario de este lugar fue Don Alejo María del Carmen Iznaga y Borrel, catalán que, como muchos otros, viajó a la isla en busca de fortuna. Cuentan que luego de enriquecerse, Don Alejo decidió que el lugar llevara por nombre San Isidro de los Destiladeros, Santo patrón de la agricultura en las tierras españolas.
Lo que se puede apreciar de su construcción hoy día se remonta a la primera mitad del siglo XIX, justamente cuando en 1838 Pedro Matamoros decide invertir una suma enorme de dinero para la edificación del ingenio y de la casa.
El esplendor de un ingenio que en sus inicios ostentaba 100 esclavos como mano de obra durante la producción fue opacándose poco a poco hasta que en los años 60 del siglo XIX es prácticamente inexistente y sus últimos propietarios, los Fonseca y Valdés Busto, lo aprovechan como terreno para la agricultura.
Aún entre sus ruinas podrás descubrir un sistema para cocer azúcar, que antaño resultó novedosísimo: «el Tren Jamaiquino». Inspirado en el tren francés, que tenía el mismo propósito, esta adaptación cubana permitía que los hacendados ahorraran combustible durante el procedimiento de cocción de la caña de azúcar. Anímate a conocernos más, visita el ingenio, es un qué ver y hacer en Trinidad de obligada referencia.
5. Convento e iglesia de San Francisco de Asís: misterioso silencio y callada armonía

Las ciudades coloniales estaban permeadas de construcciones religiosas, ejemplo palpable de la fe católica de las tierras de ultramar. Trinidad no es la excepción, y muestra de ello resultan la iglesia y el convento de San Francisco de Asís.
Su construcción se debe a la labor de la Orden Franciscana en el espacio trinitario. La instalación comenzó a edificarse en el siglo XVIII, pero de forma muy lenta. No fue hasta la llegada de Fray José de la Cruz Espí que el proceso ganó agilidad y con la ayuda de los fieles y de los vecinos en la segunda década del siglo XIX su construcción quedó concluida.
La iglesia abrió sus puertas por primera vez en 1813, pero aún las obras constructivas no habían terminado. El santuario consta de una única torre campanario con cuatro campanas que todavía se dejan escuchar en la ciudad. El convento actualmente no tiene este fin, y ahora se ha vuelto Museo de la Lucha Contra Bandidos, momento histórico de los primeros años posteriores a la Revolución cubana.
Misterioso silencio y callada armonía encontrarás en San Francisco de Asís. No lo pienses y visítalo. Sin duda, responde a qué ver en Trinidad.
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6. Museo Romántico: lujo y garbo

Seguimos respirando el aroma colonial en esta selección de qué hacer en Trinidad y descubrimos el Museo Romántico, antiguo Palacio Brunet. Su construcción inició en el siglo XVIII y siempre perteneció a familias adineradas de la ciudad. Hasta 1857 funcionó como vivienda, cuando la familia Borrell y Lemus decide instalarse en la metrópolis española. No fue hasta la segunda mitad del siglo XX que se inaugura como Museo Romántico, luego de haber experimentado una restauración capital.
Su lujo y garbo es muestra de la rivalidad que existía entre los hacendados, competencia ostentosa por la magnificencia de los palacios que habitaban. Su estilo se ajusta a la arquitectura doméstica cubana de los siglos XVIII y XIX.
La casa tuvo dos momentos constructivos bien marcados: el primero en 1740, donde se erige la planta baja; y el segundo en 1807, cuando José Mariano Borrel la compra y manda a construir la parte alta para su hija. Uno de los elementos que lo hizo más famoso fue su notable patio andaluz, que durante años se concibió como el más hermoso del país.
En su diseño se muestran estas dos escisiones en cuanto al tiempo de edificación del palacete. Se vinculan elementos de estilo mudéjar con limpias líneas neoclásicas. También resultan vistosos los arcos de la fachada, el ornado herraje de hierro y los suelos de mármol.
Actualmente en este museo, el primero en fundarse en la Villa, podrás conocer una de las colecciones de arte decorativo más importante del país. Te sorprenderán los recibidores, salas, saletas, comedores, baños, cuartos…, decorados y dispuestos a la usanza del siglo XIX.
Es escenificación evidente de la pompa reinante en la sacarocracia trinitaria, quien con ánimos de equiparase a la distinción y al progreso de las ciudades europeas nos legaron en cada objeto conservado un gesto de gracia y belleza.
7. Museo de Historia Municipal: historias a través del tiempo

Un museo conquistador, con solo apreciarlo sentirás los latidos de una Cuba colonial, azucarera, mestiza y refinada,así es el Museo de Historia Municipal de Trinidad. Es un sitio que evidencia la riqueza cultural de la ciudad desde sus comienzos hasta hoy.
Llegar hasta él es como viajar en el tiempo y descubrir los rastros históricos, las peculiaridades de sus casas, su evolución económica, su relevante papel en la construcción de un patrimonio nacional inigualable.
Fundado en 1980 y conocido como Palacio Cantero, exhibe para los visitantes una de las mejores colecciones de artículos coloniales en Cuba, además de una de las más exquisitas vistas de la ciudad en la torre-mirador hacia el mar.
Además, sus paredes resguardan historias misteriosas, intrigas, traición y envenenamiento para su posesión. ¿Quieres conocerlas? La mejor forma es llegarte hasta allá. Pero aquí te contamos una de ellas. Dicen que primeramente perteneció a la familia Borrell, de 1827 a 1830, hasta que el edificio pasó a manos del doctor alemán Justo Cantero, quien adquirió grandes plantaciones de azúcar tras envenenar a un comerciante de esclavos y casarse con su viuda.
Es un edificio totalmente ajeno a la tradición, donde los gustos cosmopolitas del siglo XIX encontraron amplia expresión. La majestuosidad arquitectónica, unida a la riqueza de las decoraciones murales le da al inmueble el porte de un palacio señorial.
El museo se divide en cuatro salas. La primera se encuentra ambientada de manera similar a como estaba el palacio en el siglo pasado. Las siguientes exponen el desarrollo de la historia de la localidad, otra es una sala de armas que muestra las fortificaciones en el puerto y el artillado con cañones para protegerse de los piratas y corsarios, y la última está dedicada a la industria azucarera, que enseña la base económica fundamental de la localidad.
Recorrerlas es como abrir las páginas de un libro viejo: valioso, revelador, extraordinario y abierto. ¡Adéntrate en él! ¡Es un qué hacer en Trinidad imperdible!
8. Taberna la Canchánchara: un coctel cubano no puede faltar

¡No puedes irte de Trinidad sin probar su trago autóctono: la canchánchara! Solo tienes que llegarte al bar La Canchánchara que se encuentra en uno de los inmuebles más antiguos de la ciudad. Este lugar responde a un qué hacer en Trinidad de los buenos, de los planes divertidos. En esta taberna el transcurrir del tiempo se refleja en la arquitectura, que combina elementos del siglo XVIII, XIX y XX.
La canchánchara fue el primer coctel que nació en la isla, durante la Guerra de los 10 años, iniciada en 1868. Para arropar contra las frías madrugadas a nuestros mambises, este trago combinó, en deliciosa mezcla, miel, limón y ron (aguardiente de caña, hecho de forma artesanal).
Y nada de copas o vasos delicados para beberla, en el medio de los campos la canchánchara se bebía en una jícara y se tomaba caliente. En Trinidad podrás vivir esa experiencia de primera mano, ya que el valor agregado de este lugar es que el coctel canchánchara se sirve en una jícara al modo más tradicional posible. Y hay más. Puedes adquirir como souvenirs una de estas vasijas. ¡Llévate parte de nuestra historia y nuestra coctelería!
¿Venir a Cuba y no probar sus cocteles? ¡Claro que no! Conoce desde ya la coctelería que nos identifica:
9. Playa Ancón: un Edén playero

Y en esta selección de qué hacer en Trinidad no podía faltar el espacio para el relax en aguas cubanas. Llegó el momento de la playa más bonita de la costa sur de Cuba, ubicada en la península de Ancón a 12 km del sur de Trinidad, te invita a hundir los pies en sus vírgenes arenas blancas, a sentir el calor caribeño y zambullirte en sus aguas cristalinas de azul verdoso.
Cuentan sus pobladores que la península y la playa deben su nombre a una roca negra que se utilizaba como punto de referencia para los marinos que llegaban hasta punta María Aguilar. Esta piedra tenía forma de pata trasera de caballo por lo que adquirió el nombre de Ancona, que significa pierna trasera.
Es un paraíso de naturaleza playera que te atrapa con sus atractivos bosques de manglares, arrecifes coralinos, combinados con restos arqueológicos de barcos y galeones de la época colonial cuando los corsarios y piratas atacaban la villa. Muy cerca de la playa se encuentra la atrayente Marina Marlín Trinidad que ofrece paseos aventureros por el área, excursiones de pesca para el disfrute de este privilegiado lugar.
Es la zona perfecta para los amantes del snorkel o el buceo. Cuenta con el centro Internacional de Buceo Trinidad que posee más de 20 puntos de inmersión con fondo de camellones altos y canales anchos que en algunos sitios se cierran en su parte superior formando verdaderos túneles.
En sus profundidades marinas contemplas una fauna sésil con destacadas esponjas de múltiples colores y formas. Además, posee 40 especies de corales que incluye paredes con majestuosos bosques del apreciado coral negro y abanicos de mar que dan un encanto exclusivo a cada inmersión.
Entre cocoteros, aire marinero, limonada frappé, sombrillas playeras, kayaks y un mágico crepúsculo al atardecer, sentirás a Playa Ancón como un lugar de paz, alegría y placer que deleitará la vista y alimentará tu alma.
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10. Parque Natural El Cubano: la naturaleza a flor de piel

El Parque Natural El Cubano es de esos sitios donde la energía de la naturaleza se adentra en cada célula de tu ser y te lleva a un éxtasis profundo. Se ubica a solo 5 km de la ciudad de Trinidad rumbo a Topes de Collantes, en la Sierra del Escambray.
En él la naturaleza e historia se vuelven aliadas para ofrecer recorridos por senderos, baños en cascadas y pozas, cuevas de estalagmitas, paseos a caballo, encuentros con la realidad del pasado colonial y un servicio gastronómico donde reina como especialidad el pez gato.
Atracciones exóticas en Cuba
Este complejo de naturaleza y diversidad abarca unos 2 kilómetros de extensión que comienza en los márgenes del río Guaurabo. Encontramos aquí un mundo encantado con aves de un plumaje colorido y armoniosos cantos que unido a la vegetación típica de premontaña dan frescor y vida.
Las principales atracciones del parque son:
- Sendero de las Huellas de la Historia: Tradición y naturaleza se entretejen para deleitar la vista y el espíritu, a la vez que invita a develar sus interioridades.
- Sendero Cimarrones de Javira: Se encuentra el Salto de Javira, una cascada de 9 metros de profundidad que forma una piscina natural. Al sumergirte en ella, la piel reacciona inmediatamente a la agradable temperatura que permite relajarte en este paraíso natural resguardado por las montañas.
- Rancho Los Almendros: Deleitarte con el sabor de la comida típica del lugar es un regalo al paladar.
- Central azucarero El Ingenito: Uno de los primeros que fueran construidos en la provincia de Trinidad. Podrás conocer de primera mano la vida de los esclavos durante la época colonial.
- Colina del Parque Natural El Cubano: Rodeada de montañas y con una vista única. Es la mejor parada que se puede hacer para sentir el cielo en la tierra.
11. Salto del Caburní: un beso al cielo

Llegamos a la última parada de nuestras recomendaciones para que sepas qué hacer en Trinidad. Y es el turno del Salto del Caburní. Se ubica en el macizo montañoso Guamuhaya, Sierra del Escambray, a 800 metros sobre el nivel del mar.
Es una preciosidad de la naturaleza del Gran Parque Natural Topes de Collantes, un sitio a detenerse por su abundante naturaleza, un ambiente sano y libre de contaminación, con una de las cascadas más visitadas por los bañistas en medio de un sistema montañoso que invita al senderismo. Su elevada ubicación la convierte en un beso al cielo desde las húmedas montañas.
El susurro del río Caburní es permanente. La brisa fresca arrastra sus aguas, entre saltos y recodos mansos, entre una suave ventisca de montaña. Río arriba se ubica la gran cascada y unos metros más abajo encontramos una enorme poceta de aguas azules, salpicada con el olor de las pomarrosas y el canto de tocororos, sinsontes y cartacubas.
Sin duda, es un sitio ideal que ver en Trinidad. Date un chapuzón en su piscina natural y no olvides realizar el esperado salto con el que podrás adentrarte en sus cristalinas aguas de manantial.
Quienes se aventuran a recorrer el sendero del Caburní para llegarse hasta el gran salto disfrutarán de la caminata en medio de increíbles especies de su exuberante flora y fauna. Verás variedades de eucaliptos y pinos; más 100 tipos de plantas ornamentales (orquídeas, mariposas, helechos); árboles como el algarrobo, el cedro, la caoba; aves como el tocororo, cotorras y otros animales como el venado coliblanco y la jutía.
El salto tiene una caída de alrededor de 64 metros (entre las mayores de Cuba) y constituye un símbolo distintivo del macizo por su majestuosidad y lo abrupto de su relieve, que invita al senderismo y hace el deleite de los visitantes.
Palabras finales
Trinidad, la dama colonial de Cuba, atrapa por su historia y misterios escondidos. En ella las huellas del hombre, sus luchas, esperanzas, triunfos, esplendor y decadencia se detienen en el tiempo. Hoy dejarte llevar por esta tierra criolla donde la maravilla se hace real es conocer la génesis del espíritu cubano.
Es una ciudad que se reinventa y te hace disfrutar de su pueblo, de sus atractivas vistas, su pasividad, encanto y sabor autóctonos. Verdadero complejo monumental, natural y cultual que trasciende los límites de una nación y que permanece erguida, con el orgullo de su pasado, el esplendor de su belleza y la humildad de sus virtudes, de cara al porvenir, abierta al mundo.
¿Te ha gustado este recorrido sobre qué hacer en Trinidad? ¿Has visitado alguno de estos lugares? Esperamos gustosos tus comentarios y sugerencias.
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